jueves, 11 de diciembre de 2014

Querer y amar

-“Te amo” - dijo el principito…
-“Yo también te quiero” - dijo la rosa.

-“No es lo mismo” - respondió él…
"Querer es tomar posesión de algo, de alguien. Es buscar en los demás eso que llena las expectativas personales de afecto, de compañía…Querer es hacer nuestro lo que no nos pertenece, es adueñarnos o desear algo para completarnos, porque en algún punto nos reconocemos carentes.
Querer es esperar, es apegarse a las cosas y a las personas desde nuestras necesidades. Entonces, cuando no tenemos reciprocidad hay sufrimiento. Cuando el “bien” querido no nos corresponde, nos sentimos frustrados y decepcionados.
Si quiero a alguien, tengo expectativas, espero algo. Si la otra persona no me da lo que espero, sufro. El problema es que hay una mayor probabilidad de que la otra persona tenga otras motivaciones, pues todos somos muy diferentes. Cada ser humano es un universo. Amar es desear lo mejor para el otro, aún cuando tenga motivaciones muy distintas. Amar es permitir que seas feliz, aún cuando tu camino sea diferente al mío. Es un sentimiento desinteresado que nace en un donarse, es darse por completo desde el corazón. Por esto, el amor nunca será causa de sufrimiento.
Cuando una persona dice que ha sufrido por amor, en realidad ha sufrido por querer, no por amar. Se sufre por apegos. Si realmente se ama, no puede sufrir, pues nada ha esperado del otro.
Cuando amamos nos entregamos sin pedir nada a cambio, por el simple y puro placer de dar. Pero es cierto también que esta entrega, este darse, desinteresado, solo se da en el conocimiento. Solo podemos amar lo que conocemos, porque amar implica tirarse al vacío, confiar la vida y el alma. Y el alma no se indemniza. Y conocerse es justamente saber de vos, de tus alegrías, de tu paz, pero también de tus enojos, de tus luchas, de tu error. Porque el amor trasciende el enojo, la lucha, el error y no es solo para momentos de alegría.
Amar es la confianza plena de que pase lo que pase vas a estar, no porque me debas nada, no con posesión egoísta, sino estar, en silenciosa compañía. Amar es saber que no te cambia el tiempo, ni las tempestades, ni mis inviernos.
Amar es darte un lugar en mi corazón para que te quedes como padre, madre, hermano, hijo, amigo y saber que en el tuyo hay un lugar para mí.
Dar amor no agota el amor, por el contrario, lo aumenta. La manera de devolver tanto amor, es abrir el corazón y dejarse amar.”
-“Ya entendí” - dijo la rosa.
-” No lo entiendas, vívelo” -dijo el principito.

martes, 1 de enero de 2013

Capítulo 4


JANE

Persecución

Esperaba a mi hermano, como todos los días solía venir a la madrugada, dormía durante el día y lo esperaba en la noche, hablábamos mientras comíamos y cuando terminábamos de comer él se iba o a veces se quedaba un poco más.
Seguía sumergida en mis pensamientos cuando la puerta se abrió y vi a Alec, en el mes que llevaba encerrada, el seguía casi igual, antes no se veía nada de odio en sus ojos pero ahora, se veía algo diferente, se notaba el odio que empezaba a crecer en su interior hacia mis padres, por mantenerme encerrada.
Empezamos a comer, cuando terminamos él se quedó un poco más, y como era normal de él, hablaba poco, pero su compañía me reconfortaba, estar ahí, sentada, era un gran alivio, al menos tenía una persona en el mundo en la que confiar, ni siquiera mi madre, ella me había llevado en su vientre por nueve meses, me había criado por ocho años y ahora me tenía encerrada en este sucio sótano.
Habíamos perdido la noción del tiempo llevábamos hablando por mucho tiempo y él no se iba, no es que no quisiera su compañía, pero me preocupaba que él siguiera aquí, sabiendo que mis padres pronto despertarían. Empezaba a sentir los efectos del sueño, mi cuerpo empezaba a debilitarse y cada vez sentía que me alejaba mas, sentía como si una masa brumosa me llevara a otro lugar, al lugar de mis sueños, al único lugar en el que era casi completamente feliz. Me dejé llevar, mi cuerpo se fue, y me quedé dormida.


Unas fuertes pisadas y unos gritos me despertaron, abrí mis ojos rápidamente y me incorporé, Alec estaba a unos metros de mi, mi madre lo estaba golpeando, no entendía que estaba pasando, estaba aturdida, primero, ¿porqué ella le pegaba?, segundo, porqué la puerta del sótano estaba abierta y yo podía ver todo lo que pasaba?
La respuesta vino a mí casi instantáneamente, él se había quedado dormido a mi lado, esa era la razón, yo me había quedado dormida, por eso no lo había notado, pero ahora lo estaban golpeando. Sentí como la ira inundó todo mí cuerpo, esa extraña sensación de querer interferir para que a él no le pasara nada.
Corrí por unos segundos, hasta que interferí entre mi madre y mi hermano.
-Basta! –grité con todas mis fuerzas
-Tú…. TÚ, eres la culpable de esto, Alec nunca se hubiera convertido en la alimaña que es ahora, si no fuera por tu culpa- grito en mi cara, con chispas en odio en los ojos.- Mi hijo, mi amado hijo- dijo con decepción, pero pronto esa emoción cambio por la ira
Golpeó mi cara con su mano, sentía un poco de dolor, pero mi odio hacia ella hacía que cualquier dolor desapareciera, quería hacer que ella sintiera dolor, mucho dolor, que pagara esta injusticia hacia nosotros.
Volteé hacia mi hermano, estaba acurrucado contra la pared, sus brazos enrollaban sus piernas y se que estaba pensando lo que siempre piensa cuando se trata de dolor ’’el dolor no existe, el dolor no existe’’


Los dos estábamos encerrados ahora en el sótano, ya no había salida, no había forma de escapar, todo se había arruinado, ahora el también era acusado de algo que él no era.
Escuché un ruido diferente, otra conversación, esta vez un poco más baja, para que no pudiéramos oírla, pero aún así, si nos concentrábamos, la escuchábamos.
-Hablé con el sacerdote esta tarde y la única forma de hacer que todo esto pase es llevando nosotros mismos la leña- decía mi padre
-Mañana en la madrugada yo misma la busco, estoy cansada de esos niñitos, desearía nunca haberlos tenido
Después de unas fuertes pisadas, el ruido ya no existía, miré a mi hermano, él también sabía lo que nos iba a pasar, pero de todas formas, no tenía miedo, sabía que algo diferente iba a pasar, si moría iba a ser por la injusticia de la gente y si por alguna extraña razón sobrevivía, me encargaría de hacer que todos y cada uno pagara por querer llevarnos a la hoguera

viernes, 21 de diciembre de 2012

Capítulo 3


ALEC

Decisión

Siempre que podía, aunque quería hacerlo todos los días no siempre podía, mis padres, en especial mi madre, se quedaba en casa todo el día, haciendo cualquier oficio, planchaba, lavaba, cocinaba, siempre estaba en los alrededores y no podía ni asomarme a la puerta del sótano, para al menos hablar con mi hermana o llevarle comida, mi padre, trabajaba todo el día, se iba en la mañana y llegaba hasta la noche, por eso el único momento en el que tenía libertad de bajar, era cuando ellos dormían, pero tampoco era fácil, casi siempre tenía que esperar una o dos horas hasta que ellos estuvieran dormidos, para así, ir a la cocina, sacar un poco de comida, buscar la llave, que siempre ponían encima de la nevera y bajar al sótano para poder estar con mi hermana.

Cuando llegaba allí, tan solo giraba la llave dos veces y la puerta se abría, Jane ya sabía que yo venía y por eso ya no se escondía, charlábamos un poco mientras comíamos, cuando terminábamos, solía irme a dormir, pero otras veces me quedaba un poco más para hablar con ella de lo que pensaban mis padres, ellos no se explicaban porque yo estaba tan tranquilo sin Jane, ellos pensaban que yo haría algún tipo de pataleta, por así decirlo, cuando me enterara que Jane estaba encerrada, pero eso no fue así, simplemente yo obedecía todo lo que me pedían que hiciera, eso los tenía aun mas desconcertados, yo no quería que me castigasen, eso implicaría dolor y por más que lo ignorara, ese dolor iba a sentirse.

Sospechaba que ellos ya sabían que yo bajaba a llevarle comida a Jane, pero cuando veían que yo seguía siendo el mismo de siempre, olvidaban todo, ellos simplemente querían que yo no fuera igual que ella y hacían cualquier cosa para impedirlo.

Seguía con los sermones que mi madre me daba, no solía hablar mucho y aun no lo hago solo me conformaba con observar y escuchar lo que pasaba, por eso nunca tenía problemas con mis padres, pero todo estaba cambiando. Jane llevaba casi tres semanas encerrada, con frío y hambre, es como si se les hubiera olvidado que tenían otra hija a la que cuidar y alimentar, solo hacían eso conmigo y no lo disfrutaba para nada sabiendo que Jane estaba sufriendo, también sabía que Jane no quería que mis padres supieran que ella sufría, era cuestión de orgullo, pero aun así, los dos sabíamos que estaba sufriendo, en silencio, pero lo hacía.

Tenía que hacer algo no podía permitir que ella siguiera más tiempo encerrada, por eso empecé a comer menos, era mi forma de hacerles saber a mis padres que no comería hasta que Jane lo hiciera, ellos se dieron cuenta, pero no hicieron nada para solucionarlo, así que decidí no obedecer a lo que me mandaran, sabía que eso era peligroso y que podían golpearme por no obedecer, pero tenía que hacerlo, tenía que hacerlo por la única persona que me importaba en el mundo, tenía que hacerlo por mi hermana, por Jane

*Está un poco corto, pero seguiré escribiendo, en esta semana subo el siguiente*

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Capitulo 2


JANE

Cansancio

-Vuelve aquí señorita, no hemos terminado esto- dijo mi madre
-Pues yo sí, ya lo he terminado- mi madre y mi hermano me miraron con sorpresa

Mi madre se abalanzó contra mí con esa típica regla metálica con la que solía castigarnos y se dispuso a golpearme las manos con ella.
No me importaba lo que ella hiciera, si quería pegarme, no me importaba, si no me amaba, tampoco me importaba, quería demostrarle que ella no era importante en mi vida
Levanté la barbilla con orgullo, insinuando que cualquier cosa que ella hiciera era algo relevante para mí. Me clavó esa mirada asesina que demostraba que quería golpearme y que era solo un dolor de cabeza para ella.

-Adelante, golpeame- grite, con mi barbilla aun en alto
-Noo!- gritó mi adorado hermano Alec
-Esto no es asunto tuyo Alec- dijo mi madre con una voz autoritaria- Termina tus deberes

Y en ese momento sentí una punzada de dolor en mis manos, sentía como si me hubieran quemado con uno de esos artefactos para marcar a los animales

-No vuelvas a tocarme! - Le grité a mi madre- No tienes derecho de golpearme!
-Claro que lo tengo y si no terminas ahora mismo lo que has comenzado esto será mucho peor- dijo mi madre con una miraba que se notaba ardía en llamas
-Pues no lo voy a hacer- mi voz no salió como quería, sonó más bien como un murmullo
-Esto no lo voy a permitir, yo soy tu madre y debes obedecerme

Estaba a punto de golpearme con esa regla en la cara, ya la veía venir, no había escapatoria, iba a recibir ese golpe, y no iba a llorar por más que doliera, no podía darle ese gusto a mi madre, cuando Alec corrió a mi lado y recibió el golpe por mí, su cara se ladeo por la fuerza, mi madre no se había percatado de lo que había hecho, ella pensaba que yo había recibido el golpe, pero cuando bajó la regla vió a mi hermano con la cara ladeada y llena de sangre, corrió hacia él mientras me gritaba toda clase de insultos por haber herido a su hijo en vez de a mí. Yo no lo creía, Alec, mi hermano me estaba protegiendo, estaba arriesgando se por mí, ya sabía que éramos muy unidos pero nunca pensé que llegaría a ese extremo de protegerme, yo lo habría hecho por el si algún día se daba la situación, pero nunca se había presentado, porque él no cuestionaba la autoridad de mis padres y por eso nunca había sido golpeado, pero a mí casi siempre me golpeaban, yo no me conformaba con lo que mis padres querían y eso hacía que su rabia por mi aumentara, sabía que ellos pensaba que yo era una niña rara, manipuladora y que empezaba a influenciar a Alec.

Salí corriendo de esa habitación, no quería dejar a mi hermano ahí, estaba preocupada por él, no sabía cómo se encontraba después del golpe, pero no quería ver a mi madre, escuche como mi madre gritaba - JANE!!- Pero la ignoré y seguí corriendo. Bajé al sótano, quería estar a solas, cerré la puerta y me acurruqué. Lloré como nunca lo había hecho hasta que el cansancio me venció y me quedé dormida, no sé cuanto tiempo dormí, pero ya había descansado. La luz entraba por la rendija de la puerta y escuché a unas personas hablando, me incorporé y me acerqué.
-Ya no la soporto más, se está convirtiendo en un problema! Temo que Alec siga su ejemplo
-Tenemos que hacer algo Justa, ese niñita no hace más que provocar problemas, hablé con el sacerdote y el mismo me dijo que ella era una mala influencia, me aconsejó que la alejáramos de Alec
¡¿Que?! Querían alejarme de mi hermano, esto no era posible. Intenté abrir la puerta, pero ya era demasiado tarde, esa decisión estaba tomada y ellos mismos me habían encerrado aquí en este asqueroso sótano
-Dejenme salir!- grité- No pueden alejarme de mi hermano!
Ya no se escuchaba nada del otro lado, ellos se habían ido y no iban a escucharme.


Miraba la rendija de la puerta y ya no había ninguna luz, debía ser de madrugada, porque tampoco olía a algún alimento. Quería comer, ya había pasado un día y yo seguía encerrada, no sabía nada de mi hermano, se que estaba siendo un poco exagerada al preocuparme tanto, solo había pasado un día, no debía haber pasado algo extraño, pero me estaba preocupando más porque ellos querían separarnos, Estaba sumergida en mis pensamientos cuando ví una sombra por la rendija, eran unos pies, alguien iba a entrar, tal vez iban a sacarme de aquí, pero no sabía a donde me llevarían, así que decidí esconderme detrás de la pared.

La puerta se abrió, la sombre no era alta, así que supe quien era, me abalancé a sus brazos, era mi hermano, la única persona que se preocuparía por mí, lo abracé y el correspondió mi abrazo. Lloré en silencio por un momento y luego me separé de él para preguntarle que hacía aquí.

Sus ojos también estaban llorosos, y su cara estaba un poco hinchada por el golpe
-Ellos quieren separarnos- murmuré
-Ya lo sé, también los escuché- dijo mi hermano con lagrimas en los ojos
-No voy a separarme de ti, no lo permitiré
Me abrazó de nuevo y esta vez el también lloró
-No tenemos mucho tiempo- dijo de repente- traje algo para ti, se que tienes hambre
Me mostró dos panecillos
-Es lo único que conseguí, el resto de la comida está bajo llave, ya lo sabes- dijo mientras me los entregaba
-No debiste hacerlo, es muy arriesgado, podrían haberte atrapado- bisbisee
-Ya lo sé, pero tú estabas aquí y no podía dejarte abandonada, tú eres mi hermana
-Gracias- conseguí decir- pero toma, no voy a comer yo sola- le dije con una pequeña sonrisa, mientras le entregaba un panecillo
-Pero son para ti- hablaba muy bajito, mis padres debían estar dormidos
-No importa, tú eres mi hermano y voy a compartir contigo

No dijo nada, solo lo recibió y nos sentamos, los comimos rápidamente, sabía delicioso, después de un día sin comida, esto era lo mejor que me podía haber pasado. Los terminamos, el me abrazó, nos despedimos, salió del sótano y cerró la puerta.
Me quedé pensando mucho tiempo y concluí que mis padres no me querían, que tenía que irme, no sabía que podría causar mi huida, pero tenía que hacerlo, tampoco sabía que podía hacer una niña de ocho años sola en la calle, pero ya me las arreglaría, solo tenía que esperar que me liberaran de este encierro.


Abrí los ojos y ví lo que últimamente siempre veía,  oscuridad

Llevaba dos semanas en este cuarto oscuro y frío, el único alimento que difícilmente me llegaba era el que me traía mi hermano, Alec. El era la única persona en la que podía confiar, el único que podía entenderme, era quien me defendía y hacia lo posible para que yo en este agujero me encontrara un poco mejor, él no había sido enviado aquí aun, pero sabía que si seguía viniendo a traer comida el también sería encerrado aquí, no era lo que yo quería para él, él era tan bueno, tan parecido a mí, pero nadie era capaz de comprendernos, ese montón de gente que se creía estudiada y sabia, no eran más que simples personas que trabajaban como animales para comer, esas personas eran las que me habían acusado de brujería, eran ellos los que creían que yo era una niña rara que jamás sería como ellos querían que fuera, eran ellos los que dudaban de la buena persona que era mi hermano, ahora pensaban que él era igual que yo, y en alguna forma él lo era, pero no quería que ellos lo supieran porque ellos lo enviarían aquí y le harían lo mismo que hacen conmigo, esas personas eran mis padres.

Pedro y Justa, me daba repugnancia tan solo pensar en sus nombres y más saber que eran mis padres, aunque para mí no lo eran, no se puede considerar un padre a aquella persona que te encierra en un sótano, sin comida, alejada de la persona que mas quieres, que te lleva a exorcismos y sigue sin darte el amor que desearías que tus padres te den.

Estaba recostada en el piso, no sé de qué material era, porque la oscuridad no me permitía verlo bien, pero era muy frío y sucio, tampoco sabía que altura tenía ese sótano ni que tan grande era, solo sabía que iba a estar allí encerrada por mucho tiempo.

Capitulo 1


ALEC


No salía mucho de casa, casi nunca, mi madre nos instruía y por eso no saliamos a recibir los sermones que los otros niños si recibían.

Mi madre se llamaba Justa, era una mujer delgada y no muy alta, de piel blanca y facciones gruesas, sus ojos eran marrones y su cabello era del mismo color de sus ojos, era algo cascarrabias y siempre nos daba duros castigos, pero ella no siempre fue así ,hace un tiempo ella era una persona diferente, era una buena madre, nos defendía de las personas que nos insultaban y hablaba con los sacerdotes para que las personas no nos hicieran daño, nos protegía de mi padre y nos enviaba a dormir cada vez que el llegaba para evitar que el nos maltratase, pero a medida que pasó el tiempo y que los rumores se extendieran, ella empezó a cambiar especialmente con mi hermana, Jane, pero también cambio conmigo, ahora ella me separaba de mi hermana, no nos dejaba jugar juntos, tampoco comíamos con ella, la apartaba para que pudiéramos comer, odiaba que hiciera eso, Jane era mi hermana, era la persona que mas adoraba en el mundo, y no era justo que la apartara, también sabía que era porque ella a veces era algo manipuladora y hacía que mi madre se enojara, a tal punto que mi madre le azotaba las manitos cuando ella no cumplía con su deber de, me dolía mucho cuando eso pasaba y a veces interfería haciendo que el golpe me lo diera a mí.

Jane era la hija de la casa y por eso se creía que ella debería hacer los deberes de la casa junto con mi madre, nunca estuve de acuerdo con esa regla y Jane tampoco, por eso empezó a revelarse, en la casa, pero también cuando el sacerdote nos daba los sermones y por eso los demás niños se alejaban de nosotros, pero eso no nos importaba, nos teníamos el uno para el otro, no nos hacía falta nadie más para ser felices.

Un día el sacerdote llamó a mi madre y le contó todo lo que ocurría con nosotros, le contó que eramos unos niños raros que no interactuaban con los demás y que los niños nos excluían, por eso mi madre decidió enseñarnos ella misma, desde ese día mi madre se dio cuenta que no era una tarea fácil, hasta ella misma pensaba que nosotros no eramos normales.