miércoles, 19 de diciembre de 2012

Capitulo 2


JANE

Cansancio

-Vuelve aquí señorita, no hemos terminado esto- dijo mi madre
-Pues yo sí, ya lo he terminado- mi madre y mi hermano me miraron con sorpresa

Mi madre se abalanzó contra mí con esa típica regla metálica con la que solía castigarnos y se dispuso a golpearme las manos con ella.
No me importaba lo que ella hiciera, si quería pegarme, no me importaba, si no me amaba, tampoco me importaba, quería demostrarle que ella no era importante en mi vida
Levanté la barbilla con orgullo, insinuando que cualquier cosa que ella hiciera era algo relevante para mí. Me clavó esa mirada asesina que demostraba que quería golpearme y que era solo un dolor de cabeza para ella.

-Adelante, golpeame- grite, con mi barbilla aun en alto
-Noo!- gritó mi adorado hermano Alec
-Esto no es asunto tuyo Alec- dijo mi madre con una voz autoritaria- Termina tus deberes

Y en ese momento sentí una punzada de dolor en mis manos, sentía como si me hubieran quemado con uno de esos artefactos para marcar a los animales

-No vuelvas a tocarme! - Le grité a mi madre- No tienes derecho de golpearme!
-Claro que lo tengo y si no terminas ahora mismo lo que has comenzado esto será mucho peor- dijo mi madre con una miraba que se notaba ardía en llamas
-Pues no lo voy a hacer- mi voz no salió como quería, sonó más bien como un murmullo
-Esto no lo voy a permitir, yo soy tu madre y debes obedecerme

Estaba a punto de golpearme con esa regla en la cara, ya la veía venir, no había escapatoria, iba a recibir ese golpe, y no iba a llorar por más que doliera, no podía darle ese gusto a mi madre, cuando Alec corrió a mi lado y recibió el golpe por mí, su cara se ladeo por la fuerza, mi madre no se había percatado de lo que había hecho, ella pensaba que yo había recibido el golpe, pero cuando bajó la regla vió a mi hermano con la cara ladeada y llena de sangre, corrió hacia él mientras me gritaba toda clase de insultos por haber herido a su hijo en vez de a mí. Yo no lo creía, Alec, mi hermano me estaba protegiendo, estaba arriesgando se por mí, ya sabía que éramos muy unidos pero nunca pensé que llegaría a ese extremo de protegerme, yo lo habría hecho por el si algún día se daba la situación, pero nunca se había presentado, porque él no cuestionaba la autoridad de mis padres y por eso nunca había sido golpeado, pero a mí casi siempre me golpeaban, yo no me conformaba con lo que mis padres querían y eso hacía que su rabia por mi aumentara, sabía que ellos pensaba que yo era una niña rara, manipuladora y que empezaba a influenciar a Alec.

Salí corriendo de esa habitación, no quería dejar a mi hermano ahí, estaba preocupada por él, no sabía cómo se encontraba después del golpe, pero no quería ver a mi madre, escuche como mi madre gritaba - JANE!!- Pero la ignoré y seguí corriendo. Bajé al sótano, quería estar a solas, cerré la puerta y me acurruqué. Lloré como nunca lo había hecho hasta que el cansancio me venció y me quedé dormida, no sé cuanto tiempo dormí, pero ya había descansado. La luz entraba por la rendija de la puerta y escuché a unas personas hablando, me incorporé y me acerqué.
-Ya no la soporto más, se está convirtiendo en un problema! Temo que Alec siga su ejemplo
-Tenemos que hacer algo Justa, ese niñita no hace más que provocar problemas, hablé con el sacerdote y el mismo me dijo que ella era una mala influencia, me aconsejó que la alejáramos de Alec
¡¿Que?! Querían alejarme de mi hermano, esto no era posible. Intenté abrir la puerta, pero ya era demasiado tarde, esa decisión estaba tomada y ellos mismos me habían encerrado aquí en este asqueroso sótano
-Dejenme salir!- grité- No pueden alejarme de mi hermano!
Ya no se escuchaba nada del otro lado, ellos se habían ido y no iban a escucharme.


Miraba la rendija de la puerta y ya no había ninguna luz, debía ser de madrugada, porque tampoco olía a algún alimento. Quería comer, ya había pasado un día y yo seguía encerrada, no sabía nada de mi hermano, se que estaba siendo un poco exagerada al preocuparme tanto, solo había pasado un día, no debía haber pasado algo extraño, pero me estaba preocupando más porque ellos querían separarnos, Estaba sumergida en mis pensamientos cuando ví una sombra por la rendija, eran unos pies, alguien iba a entrar, tal vez iban a sacarme de aquí, pero no sabía a donde me llevarían, así que decidí esconderme detrás de la pared.

La puerta se abrió, la sombre no era alta, así que supe quien era, me abalancé a sus brazos, era mi hermano, la única persona que se preocuparía por mí, lo abracé y el correspondió mi abrazo. Lloré en silencio por un momento y luego me separé de él para preguntarle que hacía aquí.

Sus ojos también estaban llorosos, y su cara estaba un poco hinchada por el golpe
-Ellos quieren separarnos- murmuré
-Ya lo sé, también los escuché- dijo mi hermano con lagrimas en los ojos
-No voy a separarme de ti, no lo permitiré
Me abrazó de nuevo y esta vez el también lloró
-No tenemos mucho tiempo- dijo de repente- traje algo para ti, se que tienes hambre
Me mostró dos panecillos
-Es lo único que conseguí, el resto de la comida está bajo llave, ya lo sabes- dijo mientras me los entregaba
-No debiste hacerlo, es muy arriesgado, podrían haberte atrapado- bisbisee
-Ya lo sé, pero tú estabas aquí y no podía dejarte abandonada, tú eres mi hermana
-Gracias- conseguí decir- pero toma, no voy a comer yo sola- le dije con una pequeña sonrisa, mientras le entregaba un panecillo
-Pero son para ti- hablaba muy bajito, mis padres debían estar dormidos
-No importa, tú eres mi hermano y voy a compartir contigo

No dijo nada, solo lo recibió y nos sentamos, los comimos rápidamente, sabía delicioso, después de un día sin comida, esto era lo mejor que me podía haber pasado. Los terminamos, el me abrazó, nos despedimos, salió del sótano y cerró la puerta.
Me quedé pensando mucho tiempo y concluí que mis padres no me querían, que tenía que irme, no sabía que podría causar mi huida, pero tenía que hacerlo, tampoco sabía que podía hacer una niña de ocho años sola en la calle, pero ya me las arreglaría, solo tenía que esperar que me liberaran de este encierro.


Abrí los ojos y ví lo que últimamente siempre veía,  oscuridad

Llevaba dos semanas en este cuarto oscuro y frío, el único alimento que difícilmente me llegaba era el que me traía mi hermano, Alec. El era la única persona en la que podía confiar, el único que podía entenderme, era quien me defendía y hacia lo posible para que yo en este agujero me encontrara un poco mejor, él no había sido enviado aquí aun, pero sabía que si seguía viniendo a traer comida el también sería encerrado aquí, no era lo que yo quería para él, él era tan bueno, tan parecido a mí, pero nadie era capaz de comprendernos, ese montón de gente que se creía estudiada y sabia, no eran más que simples personas que trabajaban como animales para comer, esas personas eran las que me habían acusado de brujería, eran ellos los que creían que yo era una niña rara que jamás sería como ellos querían que fuera, eran ellos los que dudaban de la buena persona que era mi hermano, ahora pensaban que él era igual que yo, y en alguna forma él lo era, pero no quería que ellos lo supieran porque ellos lo enviarían aquí y le harían lo mismo que hacen conmigo, esas personas eran mis padres.

Pedro y Justa, me daba repugnancia tan solo pensar en sus nombres y más saber que eran mis padres, aunque para mí no lo eran, no se puede considerar un padre a aquella persona que te encierra en un sótano, sin comida, alejada de la persona que mas quieres, que te lleva a exorcismos y sigue sin darte el amor que desearías que tus padres te den.

Estaba recostada en el piso, no sé de qué material era, porque la oscuridad no me permitía verlo bien, pero era muy frío y sucio, tampoco sabía que altura tenía ese sótano ni que tan grande era, solo sabía que iba a estar allí encerrada por mucho tiempo.

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